Encontré una mujer que regala plantas y una planta que vive suave sin reclamar agua.
Encontré el desprecio que asfixia apenas y una embestida caprichosa al mate amargo.
Encontré compañeros dispuestos a inclinarse y un rejunte de parásitos fanáticos de la joroba ajena.
Encontré la esperanza de la revuelta y pocos pirados que prueben fortuna.
Encontré tus ojos cansados. Esta mañana aceptaste sin bronca que el escritorio tiene el tamaño del mundo.
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