jueves, 27 de enero de 2011

XXI.

Sueño a veces con un barrio libre de nombre y habitantes.
La vista panorámica de un terreno mendigo se conecta con el primerísimo plano de una sabandija suicida.
Acorraladas por caminos fúnebres, cuatro esquinas resplandecen gracias a la luz de un espejismo: santos correntinos combinan en vasijas de plastina alguno de sus mejores detalles, hasta moldear la figura de un hombre bueno.
El hombre sonríe y un estruendo de tambores despeina mis trenzas paisanas; el show cosmopolita se vuelve malambo; las sábanas sustituyen su trama de hilo por caudales de agua clara.
El milagro de los santos excede apenas la vida de un relámpago, porque entre lamentos y zapateos, aureolas de ceniza borran definitivamente al hombre desnudo.
Entonces el reloj ladra y una nueva jornada se estrena.

sábado, 15 de enero de 2011

Estación Saladas

                                                                                                   Ser feliz es mi color de identidad
                                                                      Facundo Cabral


Que los mosquitos, las víboras, las arañas... Que no hay baño como la gente, que el calor, que las paredes de barro y el piso de tierra... Así hablan, hermano, desde el estrado del desconocimiento, los que no están dispuestos a la sorpresa. Repiten un mensaje masticado, ahogados por publicidades superlativas y electrodomésticos último modelo, todos los soldaditos ciudadanos que apenas recuerdan dos destellos vintage de su prehistoria.
Aquí hay encuentro, hay comunión con lo de afuera; el monte virgen y yermo vuelve el aire respirable y claras las ideas, aquí es fácil darse cuenta que somos nosotros aquella mitad que le hace falta al medio ambiente. Cómo detallar, hermano, estas impresiones frescas y vitales; basta con decir que todavía no me fui y ya tengo ganas de volver.