sábado, 15 de enero de 2011

Estación Saladas

                                                                                                   Ser feliz es mi color de identidad
                                                                      Facundo Cabral


Que los mosquitos, las víboras, las arañas... Que no hay baño como la gente, que el calor, que las paredes de barro y el piso de tierra... Así hablan, hermano, desde el estrado del desconocimiento, los que no están dispuestos a la sorpresa. Repiten un mensaje masticado, ahogados por publicidades superlativas y electrodomésticos último modelo, todos los soldaditos ciudadanos que apenas recuerdan dos destellos vintage de su prehistoria.
Aquí hay encuentro, hay comunión con lo de afuera; el monte virgen y yermo vuelve el aire respirable y claras las ideas, aquí es fácil darse cuenta que somos nosotros aquella mitad que le hace falta al medio ambiente. Cómo detallar, hermano, estas impresiones frescas y vitales; basta con decir que todavía no me fui y ya tengo ganas de volver.

3 comentarios:

  1. Es muy lindo lo que decis.Y si,tenes razon;nos olvidamos rapido de las cosas sencillas que muchas veces nos hicieron felices.Es como te dije,tal vez no quiera regresar a ese lugar maravilloso para no recordar que hace bastante tiempo fui feliz con poco y a la vez mucho como la mirada de mis abuelos queridos,el olor a tortas fritas y mate cocido.Tenes razon,no eran los mosquitos,el calor,los bichos...era yo.

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  2. Basta con mirar el paisaje entrañable y fiel, para darse cuenta de la tranquilidad que nos da la tierra, el lugar, los bichos, el calor etc...., no tengo palabras para describir lo que siento al saber que mi sobrina tiene estos sentimientos tan puros y sensillos, le pido a la vida que me de la alegria de poder descansar ahi, n ese lugar que te da todo, solo tratemos de alcanzarlo, se puede, sin duda que si.

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  3. “Los indígenas guaraníes utilizan un mismo vocablo (ñe’e) para dos conceptos: palabra y alma.
    Lo original de la cultura guaraní es esta comunión que caracterizó toda su vida comunitaria y que implica una altísima valoración del lenguaje como medio de comunicación: con el interior y el exterior. Con lo divino (utópico) y lo terrenal (real). La muerte era para ellos la pérdida de la palabra y las “bellas palabras” eran equivalentes a la sabiduría y la verdad.
    Palabra y alma, así unidos, representaba todo lo que la humanidad tenía de divino e imperecedero. La frontera entre la vida y la muerte. Por eso, implicaban búsqueda y movimiento: era necesario estar dispuesto a un continuo aprendizaje para encontrar y comprenderlas. Por eso también, los guaraníes eran nómades. Buscaban la Tierra sin Mal, que no sólo era un lugar físico sino ideológico.
    Encontrar las palabras-almas era una tarea personal, única, pero que construía a su vez un concepto colectivo de progreso y de identidad.”

    En Saladas encontré algunas “palabras-alma” que me ayudan cada día que veo crecer a mi beba y, también, cada día que disfruto un mate con mi viejo.

    Gracias por tus líneas.

    Darío

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