sábado, 11 de agosto de 2012

La altura del sol es despreciable todavía pero ahí están: filamentos violetas, cedidos por una mariposa que vuela y afirma su soberanía. La voluntad del viento los amontona, los superpone, inventa garabatos, y si la inspiración es profunda, como en la mañana de hoy, resulta un sonido espeso, parecido al gemido que hace la tierra cada vez que es penetrada por una lombriz.
Falta poco para que la mariposa, estremecida por el ruido del tren de la primera hora, se pierda entre flores lavanda. Observen, porque está sonando la bocina, claxon, vibración, estruendo y se termina, mariposa, sol y viento. Ausencia.

... en el último vagón, una mujer lee poemas de primavera. Tiene ganas de escribir sobre el vuelo violeta de algunos insectos pero no puede. Siente que ya está todo escrito.