sábado, 11 de agosto de 2012

La altura del sol es despreciable todavía pero ahí están: filamentos violetas, cedidos por una mariposa que vuela y afirma su soberanía. La voluntad del viento los amontona, los superpone, inventa garabatos, y si la inspiración es profunda, como en la mañana de hoy, resulta un sonido espeso, parecido al gemido que hace la tierra cada vez que es penetrada por una lombriz.
Falta poco para que la mariposa, estremecida por el ruido del tren de la primera hora, se pierda entre flores lavanda. Observen, porque está sonando la bocina, claxon, vibración, estruendo y se termina, mariposa, sol y viento. Ausencia.

... en el último vagón, una mujer lee poemas de primavera. Tiene ganas de escribir sobre el vuelo violeta de algunos insectos pero no puede. Siente que ya está todo escrito. 

miércoles, 29 de febrero de 2012

El polvo abraza los pantalones estampados, sin encaje ni puntilla. El polvo abraza el escobillón de tasa negra y base de plástico. El polvo abraza la manguera de riego y desagote de cuatro kilos por dos centímetros. El polvo abraza el pelo corto de una mujer de cincuenta mientras barre las hojas muertas que se pegan al asfalto. 
El cuerpo se acostumbra a sostener con la mano derecha la parte superior del cepillo. El cuerpo se acostumbra a colocar el palo en un ángulo aproximado de cuarenta y cinco grados respecto al suelo. El cuerpo se acostumbra a los pantalones estampados, al escobillón de tasa negra, a la manguera de riego, a la muerte de las hojas. En cada muerte un bostezo prolongado, un pedazo de algo que se escapa y la esperanza extrema de conseguir relevancia poética en toda repetición.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

No importa
la ropa
húmeda
si 
llueve
y no hay
secretos.
Está bien
pienso.
Que caiga
de una vez
y para 
siempre
lo poco
que queda.

jueves, 22 de diciembre de 2011

XXXIII.


Bajo el ombú de la plaza San Martín nace un túnel de amplias dimensiones. Se necesitan veinticuatro horas de caminata para llegar a la ciudad Villa de Mayo, réplica subterránea de Luis Guillón. A primera vista, la distribución de los edificios y la dinámica de sus instituciones se muestran fieles: cada domingo la parroquia recibe la ofrenda de los católicos; el árbitro del club vecinal sanciona las jugadas adelantadas; la estación cobra boleto, pago exacto por favor; los pequeños negocios lloran el olvido voluntario de los que sacan fiado. Una sola diferencia existe: los habitantes viven sin vestimenta alguna.
Quien transita el subsuelo cree haber encontrado al ser humano en sí mismo, despojado de mediaciones, lejos de todo perfeccionamiento y reglamentación. Sin embargo, los de abajo tampoco son felices. En Villa de Mayo el cuerpo desnudo no se cuestiona ni se discute si no hay conciencia de lo que significa la vestimenta. Las emociones del alma apenas se exhiben pues continúan cautivas en el disfraz de la propia piel.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

el arte de vomitar palabras (2)

Hombre 1: ¿Cómo anda la cosa?

Hombre 2: La cosa anda bastante bien. Lo que anda mal es el coso.

(Fuerte el aplauso)

jueves, 6 de octubre de 2011

XXXI.

Hay olor a mentira, a puesta en escena, a fábula incompleta y mal contada. Esto no puede ser la vida o, por lo menos, este martes no debería transcurrir así, tan indistinto, tan poca cosa. A lo lejos, una imagen se proyecta en el pizarrón verde. Verde la mirada de alguien que no está; verde el nacimiento de un árbol de limón; verde la yerba que compartimos, y qué pena que solo haya mate entre nosotros; verdes las palabras que viven en la punta de la lengua; verde la muerte de una tortuga; verde el deseo que enciende al rojo pasión y entonces otra vez verde, verde la satisfacción; verde la tierra ignorada por la cartografía; verdes los aplausos que almacena la palma de la mano; verde el alma de aquel que vive en una estrella, y juro que te busco en el cielo bonaerense pero verde la nostalgia; verde la esperanza de que alguien se levante del asiento para abrazarme bien fuerte, hasta saltar en pedazos.

viernes, 30 de septiembre de 2011

el arte de vomitar palabras (1)

Medio día de un sábado aburrido.

Yo: Hoy me gustaría ser una estrella de rock para estar ocupada en la organización del recital de esta noche. ¿Ustedes qué quieren ser?

Mamá: Yo quiero ser una atleta.

Hermana: Yo quiero ser vos, porque no trabajas los sábados a la mañana.