viernes, 6 de agosto de 2010

IV.

En el conventillo de la estación se respira incredulidad. Los habitantes sufren en silencio la crisis de su Dios. Solo los agnósticos le perdonan el faltazo en pleno invierno, cuando hay record de gripe derramada en las veredas de barro. No fueron suficientes las baladas de rezos o las cajas de incienso sagrado para adelantar todos los milagros postergados. 

En la cumbre celebrada a fin de mes, solo una voz femenina hizo referencia a la desgracia: "Si no chillamos por los seis años de regalos que nos deben los Reyes Magos, podemos aguantar unos meses más el abandono de Dios". Nadie volteó siquiera a mirarle el peinado. No hay retorno, ahora es el conventillo de los infieles.

1 comentario:

  1. "... ahora es el conventillo de los infieles", pues su Dios no jugaba dados y ellos vivían por el azar.
    Qué lindo tenerte por estos recovecos de máscaras 2.0. Que su defunción no sea en un futuro próximo ni inmediato.

    Besos cariñosos y fraternos.

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